Escondidas.
¿Es acaso entonces el fin de la palabra? Un destierro de mi misma me abruma, me obsesiona Insano destierro Malicioso exilio. Ausente de razones Sin explicación Sin compasión. Mi espalda erguida aguarda Los huesos de mis dedos Antes doloridos Atentos. Los dos pies en el suelo, y El silencio. Y junto los párpados, las manos con frío. Los sueños, dormidos Que están al fondo Escondidos. Los sueños también saben callar. Mi nariz ya no aspira Me ahogo. Ni el propio batir de esta asfixia arranca un sonido Sonido que le dé calma al poder, sigiloso Poderosa tocata que no para Callada. Como si esta orquesta me mirara De frente y se riera de mi, Insolente. Enajenada me pierdo a mí Entre las hojas pasadas, quemadas. Y el miedo gélido, me ataca a mí No aprendí las coartadas. Toco, intento Abro la boca La cierro Casi loca Pienso Lo que más temo. Que se acabo el verano Que se fueron las lluvias Ya no caerá el granizo Así, de improviso. Que no habrá más días grises Que no llegarán las tormentas El cie