Mi YO y mi MI

Empiezo a dar vueltas por mi casa, cuarto, cocina, sala. Sala. La miro, pero no la observo. Estoy parada con el pantalón desabrochado y la barriga inflamada, no sé para donde ir, no puedo seguir escribiendo, no puedo seguir leyendo, mis ojos no están mirando nada. No tengo sueño, no tengo hambre, no tengo nada que hacer; porque no puedo hacer nada, camino a mi cuarto de nuevo, me echo en la cama y no me puedo dormir, vienen mis piernas de nuevo, no las siento. Me levanto para que no se sigan adormeciendo, miro la hora, no la veo. En mi escritorio, la copa de vino que no acabé. Esto es grave y eso me saca de mi estado “stand by” y me hace reflexionar: El alcohol me ha caído mal. ¿Será que he pasado muchos días sin beber y mi cuerpo no está acostumbrado? ¿Será que debería volver a beber más seguido? O ¿Será que no debo volver a beber nunca más? Al menos no a solas, como me lo propuse hace unos días. Mi capacidad para reflexionar se ve mermada por un leve dolor de cabeza. Mejor continuo

Hay días que parecen no ser decisivos para uno, pero esos son los mejores días para decidir cosas. Hoy decidí no sufrir más con este frío OTOÑAL (aún) y salir a la calle al menos para hacer compras para no seguir tomando té, cuando lo que más me provoca es un café. Un día como este y bajo un tormentoso cielo bonaerense, decidí venir a Suiza y no tomé en cuenta lo que me decían las fotos a gritos. Nieve, nieve y más nieve Hoy decidí vestirme como la gente y no como un astronauta para salir a la calle con dignidad mientras dura la luz del día. Hoy decidí que mientras camine no voy a tener los hombros pegados a las orejas y repito, caminar con dignidad mirando para arriba, como siempre, como antes. Hoy decidí además caminar a un ritmo normal, como el resto de los humanos que por aquí habitan y no apresurarme para “calentar mi cuerpo”. Hoy decidí también pasar por la farmacia si acaso mañana despierto enferma por decidir tonterías.