Chau

Le digo adiós, a mi color de pelo, a mi soltería, a la ropa vieja y los tres cafés diarios. Hasta nunca a las cientos de hojas de papel que rodean mi escritorio, a los zapatos que me hacen daño, al azúcar refinada, a la manía de la aspiradora y a la vergüenza de los baños ajenos. Desalojaré mi cabeza, mi memoria y algunos sueños, mi ordenador será su nueva casa.
Me despido de algunos prejuicios y suprimo cada vez más principios, no han servido de nada.
Chau al vino malo, a las horas perdidas con pastillas extrañas, a morderme las manos y al temor al deporte. Elimino para siempre a 36 “amigos” de mi red de “amigos” que no sé quiénes son y que invaden mi Messenger.
Pondré mi alarma de una vez y sonará a la misma hora. Eliminaré los sueños que tengo desde hace mucho, para adquirir otros, unos que antes no he soñado.
Seré rubia por primera vez, rechazaré mis inclinaciones hippies y seré una mujer del nuevo milenio; una ama de casa, artista, amiga, esposa, trabajadora vital y motivaré los nuevos proyectos de mis cercanos. No solo haré jarritos de cerámica, pintaré grandes cuadros y mientras tanto prepararé la cena para los amigos. No solo haré buenas ensaladas, prepararé pasteles como los de Sandra Plevisani.
Dejo atrás mis enojos por los tés de tías sonrientes y me convierto en una de ellas. Prepararé las próximas navidades desde ahora, pero no por eso olvidaré tu cumpleaños ni el mío (ni el de todos los que me conocen). Prometo anotar las fechas de aniversarios y me encargaré de hacer nuevos amigos para extender mi círculo social que anda apolillándose.
Hoy es la fiesta de fin de año, es mi gran oportunidad para probar mis cambios y despedirme de mis viejas costumbres, pero he amanecido con un resfrió mortal, parece todo una broma (me lamento).
¡Quizás es el momento de aplicarme el tinte!
Tal vez de rubia me sienta mejor…