Colección


Sin pensar cuánto tiempo durará, o cuando será el día que tenga que volver a mudarme continúo coleccionando revistas. Pero pesan, pesan mucho. Pasa que no me conformo con leerlas, también quiero tenerlas conmigo.

Sueño con una biblioteca grande, gigante, donde no encuentres libros, si no, solo revistas.
Esta extraña manía compulsiva por coleccionar, por acumular, por poseer, va en contra de uno de mis principios fundamentales (el desapego). Pero soy tan débil. Débil con las revistas.
No puedo ir a un kiosco o a una estación de servicio sin salir con una revista en la mano, aunque solo vaya a por agua.
No puedo evitar encargar revistas cuando vienen personas de otros países, no puedo evitar comprar revistas de cada país que visito, o provincia, no importa el idioma. Las revistas se dejan leer hasta en alemán.
Claro que a estas alturas ya no compro ni guardo cualquier revista. Solo las que considero buenas revistas. No importa lo que traten. Las que no sirven (según yo) las reciclo, las corto en pedazos y hago cosas con ellas (son lindos los collages de revistas que no sirven para leer).

Una revista me hace sentir más segura. Ir con mi revista de aquí para allá, me da placer, me gusta leer dos veces algunos artículos, tres veces. Me entretengo mirando la forma en que diagraman o diseñan cada revista.

No es lo mismo una revista que viene con un periódico que una revista que sale cada dos meses, no es lo mismo una revista que trata de ciencia que una revista que trata de política.
Hay revistas llenas de entrevistas, hay revistas llenas de datos.

¿Será que un blog se asemeja a una revista? Sí y no. Depende el blog. Depende de la revista con la que lo comparemos.

Pienso… Ya veré como hago para llevar mis revistas a un solo lugar, para guardarlas en un solo país.
Dándole la contra a mi debilidad con las revistas, seré fuerte en cuanto a coleccionarlas. ¿Por qué no?

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