Los riesgos de estar cómodo...
Tenerlo todo en la vida, no es posible para la gran mayoría. Lo sabemos, acomodarse con lo que se tiene, es lo que todos intentamos hacer para estar “en paz”. Pero ¿Qué pasa cuando eso que tenemos se nos hace costumbre?
Nuestra rutina nos impide muchas veces RECREAR el ambiente en el que vivimos y nos acomodamos a las circunstancias para no “hacernos (más) problemas”. Perdemos la noción de lo frágil de la existencia y nos dejamos llevar, nos metemos al círculo de vivir como nos toca.
Nada tiene que ver esto con el “que todo fluya”, ni mucho menos con el deseo de sentirse bien. Ese es otro tema.
Más allá de sentirse bien es necesario activar nuestro espíritu de sobrevivencia. Ponernos al límite de las cosas y hacer esfuerzos que parecen no ser necesarios, con el propósito de darle impulso a nuestro carácter, de modelar nuestra personalidad, de no pasar la corta (o larga) vida solo haciendo lo “fácil”, lo que se nos da bien.
Si controlamos todo, si tenemos todo al alcance de nuestras manos, si nos conformamos con lo que somos ahora, si dejamos pasar los momentos de crisis con los ojos cerrados y las manos cruzadas; las situaciones incomodas y desdichadas de la vida nos agarran débiles, incrédulos, vacíos, cobardes.
Debe ser uno mismo quién intente llevarse a veces a situaciones incomodas, límites, difíciles de lograr o solucionar para sí mismo, si no corremos el riesgo de convertirnos en gelatina sin sabor y sin color. Con grandes dificultades para lograr objetivos que deseamos, pero que no se consiguen solo deseándolos.
Muchas veces me he preguntado ¿Por qué existen los aventureros? Y la respuesta ha venido poco a poco al pasar del tiempo. Subir altas montañas, recorrer grandes caminos a pie, montar bicicleta meses enteros, aislarse en lugares perdidos, montar una obra teatral, y miles de ejemplos más, demuestra que llevar al límite nuestro cuerpo y nuestra razón nos hace más humanos. Inclusive con uno mismo.
Comentarios
saludos a luismi...
"ya hablamos"! jaja!!