Aviones de papa peruana...

Actuaba en el teatro auditorio de Miraflores (Lima) cuando decía que no me iba del Perú por nada del mundo. Tenía un discurso preparado para cualquier discusión en torno al tema de la migración. Choclo, papa, yuca, camote, cancha, pisco, combi, arroz con papa en el mismo plato, inka kola (que ahora es de coca cola), barranco, el sargento pimienta, juanito’s bar. Y con una quina (50 centavos de nuevo sol) me voy a cualquier lado.

Actuaba en tres obras a la vez, casi me desdoblaba para hacer, hacer, hacer, hacer. Acción, palabra, acción. Y un día dije: paro acá. Yo me bajo en el barrio de Palermo. Y así, mate, pizza, birra, empanadas a menos de un peso, ómnibus grandes y a toda hora, más de 100 obras teatrales en cartelera, recitales, patricio rey y sus redonditos de ricota. Yo me quedo. Y me quede. No contenta con eso volví actuar e hice lo que hace toda actriz con pasado. (Si, actué en pelotas).
Entonces empezaron las desviaciones. Pintura, artesanía, maquillaje, otra carrera. De aquí no me voy.

Ya van dos años de la papa a la huancaína y los olluquitos con charqui. Y el oficio nuevo. Integración que parece no percibirse, y se pasó otro año, cielo azul, impredecible, tormentoso. Hasta pronto, hasta después, hasta luego. No lo puedo creer. Me voy. Y lloro, sin querer, no lo pude evitar, quise evitarlo, pero lloro. Chau Palermo, chau tanto.

Tomo un avión, es una buena idea intentar perderle el miedo a los aviones a los 27 años. Y el avión aterrizó lejos. Chocolates, quesos, relojes, cuchillas, deporte, nieve, aire puro, desarrollo, orden, ojos abiertos, ojos siempre y muy abiertos. Pero ya no más ojos en la espalda

Comentarios

noseasloco ha dicho que…
me acabo de acordar Mich... mis chocolates peeeee!!!

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